TOMAS TRASTROMER
28 de Marzo de 2015
A los 83 años murió el premio Nobel de Literatura 2011, el poeta sueco Tomas Tranströmer
Adiós al hombre que hizo de la poesía una forma de mirar el mundoAdemás de poemas, en 1993
escribió su autobiografía, Los recuerdos me miran-Visión de la memoria.
Se había graduado en Psicología, Historia de la Literatura e Historia de
las Religiones en la Universidad de Estocolmo.
"A través de sus imágenes condensadas y traslúcidas nos ha dado un acceso fresco a la realidad", argumentó la Academia Sueca al conceder el Nobel a Tranströmer. Sus siguientes poemarios Hemligheter pa vägen (Secretos en el camino, 1958), Den halvfärdiga himlen (El cielo a medio hacer, 1962 y traducida al castellano en 2010) y Klanger och spar (Tañidos y Huellas, 1966) lo confirmaron como "uno de los principales poetas de su generación", prosiguió la Academia. De esa manera, se convirtió en el primer poeta galardonado con el Nobel, después de la polaca Wislawa Szymborska en 1996 y sucedió al escritor peruano Mario Vargas Llosa. Según indica el diario El País, de Madrid, en España la editorial Hiperión publicó en 1991 la antología Para vivos y muertos, traducida por Roberto Mascaró. Este uruguayo, que actualmente vive en Suecia, es además, el artífice de la antología Deshielo a mediodía, editada por Nórdica, que se consigue en Argentina. Aquí, los poemas del autor sueco vienen circulando a través de plaquetas y el Diario de Poesía publicó algunos de textos de Tranströmer dos décadas atrás. Además de poesía, el sueco publicó en 1993 una autobiografía llamada Los recuerdos me miran-Visión de la memoria.
Nació el 15 de abril de 1931. En una entrevista aparecida en Painted Bridge Quarterly –un diario cultural de Filadelfia- Tranströmer habló años atrás de su infancia. “Creí durante la Segunda Guerra Mundial, lo que fue una experiencia muy fuerte para mí. Aunque Suecia permaneció neutral, estaba rodeada por la ocupación germana en países cercanos. Los suecos mismos estaban divididos, algunos a favor de los aliados, otros a favor de los alemanes. Sentí esas tensiones cuando era chico. Mis padres estaban divorciados y mi madre y yo vivíamos juntos. Mis familiares estaban cercanos. Estaban en contra de Hitler así que yo era un militante acérrimo de los aliados. Era un niñito que se comportaba como un profesor pequeño, no como el chico que debería haber sido. Leía los diarios y seguía muy de cerca las circunstancias de la guerra”, contó.
De chico, él quería ser explorador aunque lo cierto es que permaneció durante su infancia en Estocolmo y durante los veranos iba a las islas del archipiélago cercano. Comenzó a escribir a los 13 años y algo de esas imágenes acuáticas fue apareciendo en sus poemas iniciales. Luego de la guerra, en 1954, publicó su primer libro y ganó un premio que le sirvió para viajar por Oriente. Dos años después se graduó en Psicología, Historia de la literatura e Historia de las Religiones en la Universidad de Estocolmo. En 1990 sufrió una hemiplejia, que limitó su habla y su movilidad. A partir de ese momento lo ayudó a escribir su esposa Mónica Bladh, quien también lo acompañó a recibir el Nobel. En esa oportunidad se escuchó una antigua grabación del poema Soledad hecha por el mismo Tranströmer, con versos como “he vagado largo tiempo / por los campos congelados de la Gotlandia del Este / ningún individuo ha estado a la vista”.
“Quizás sea cierto que cuando empecé a escribir mi lenguaje era más complejo, con una métrica más tradicional. Pero los poemas más recientes admiten una traducción más sencilla, al menos en lo que respecta al nivel formal”, ha dicho el poeta, cuya obra fue traducida a idiomas tan diversos como el rumano, el árabe o el chino. Consideró que las vivencias, la sociedad, el tiempo que transcurre, van moldeando a cada persona y también, a cada escritor. “En mi primer libro era muy joven y mantenía un vínculo intenso con la naturaleza y la infancia. Pero tenía limitaciones al no conocer demasiado el mundo exterior. Ahora siento que he atravesado determinadas cosas que me permiten escribir de otra manera”, agregó. Y consideró que la simpleza es, justamente, una decisión estética que el tiempo ayuda a esculpir.
Tranströmer tampoco creía en la inspiración. “Bueno, podría decir que es un modo de estar en dos lugares a la vez… O de estar atento al hecho de que estás en un lugar que parece muy cercano pero en el que, de hecho, todo permanece abierto, disperso. Entiendo que sea una idea vaga pero es lo mejor que puedo decir sobre cómo funciona la inspiración que crea un poema, para mí”. Allí, en esa tensión entre lo que se fuga y lo que permanece, se sitúa la palabra delicada de un poeta al que el Nobel otorgó una visibilidad que hoy lectores de todo el mundo agradecen.
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