PIERRE LEMAITRE
En estos últimos meses he comentado
profusamente, en charlas nocturnas en Lyon o en Gijón, con escritores de muy
distinto pelaje y condición, la necesidad de que el género negro abra
perspectivas, amplíe el foco, no se encierre en sí mismo. Creo que en España
hay varias buenas muestras, de la que Carlos Zanón es buen ejemplo, no el
único, de esta tendencia que ha encontrado en Pierre Lemaitre (París, 1951) a
un gran exponente en Francia. El autor francés, ganador del Premio Goncourt por Nos vemos allá arriba (Salamandra) y creador de
una de las mejores series contemporáneas, la del comisario Camille Verhoeben(publicada
en España por Alfaguara), acaba de publicar Tres días y una vida(Salamandra,
traducción de José Antonio Soriano Marco).
Se trata de una excelente novela
sobre la violencia y las consecuencias de un acto en toda una vida; sobre la
culpa, lo difícil que es perdonarse a uno mismo y sobre la miseria que todos
llevamos dentro y que a veces nos puede. Es, también, una reflexión sobre el
peso de las decisiones.
El autor nos lleva por la vida de Antoine Courtein, su formación, truncada por un terrible error, su desarrollo como persona en tres momentos vitales (1999, 2011 y 2015), su relación con su madre, con un padre distante y desastroso y con el amor. Pero es también la radiografía de un pequeño pueblo de Francia, de sus gentes, de sus hipócritas vidas, sus envidias, su pacatismo, su inevitable rutina, su pequeñez.
Lemaitre lo cuenta todo de manera
relajada, en una especie de slow trhilleren el que no hay trucos, no hay acción,
hay narración y personajes. Sin los juegos de otras novelas tan publicitadas
como adictivas, vertiginosas y demás (me azoto 100 veces cada vez que yo mismo
caigo en esto), el autor de Irène interpela al
lector sin interpelarlo, le pone delante de un dilema que son varios, juega con
sus prejuicios.
Escritor tardío, cuando estaba
saboreando el éxito del Goncourt por una obra que no era negra pero sí una gran novela de pícaros y maldades con
trasfondo histórico, Lemaitre me dijo en una entrevista en
Segovia lo siguiente: “Voy a seguir escribiendo historias sin
que el género policial me constriña, dentro de distintos contextos, pero sin
perder su carácter criminal”. Preocupado por salir del gueto, por no estar
encasillado, pero, sobre todo, ansioso por tener una voz para cada historia,
Lemaitre arriesga y se la juega. En este caso ha vuelto a acertar de pleno con
un retrato humano que tiene algo de policial y mucho de gran historia.
No
desvelo nada, porque se percibe desde el principio, si digo que el final es brutal,
una apuesta por la cobardía, una destrucción de una vida, un drama que
engrandece más la narración. Hoy, nunca mejor dicho, Vive le noir!
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